Matemáticas a distancia

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jueves, 26 de junio de 2014

Las escuelas secundarias de Hiroshima (II)

La siguiente contribución me parece muy interesante, la pongo aca porque es un detalle importante el que los maestros den más tiempo por vocación a su trabajo, lo mismo el horario de los alumnos.

Las escuelas secundarias de Hiroshima (II)
Por Carlos Ornelas

La semana pasada describí a grandes rasgos tres escuelas secundarias que visité en Hiroshima. La presencia física me permite corroborar lo que leo en libros y artículos. Sin embargo, las visitas me deparaban sorpresas. En mi artículo del miércoles pasado destaqué las diferencias en las escuelas; hoy presento sus rasgos comunes.
El plan de estudios es nacional, pero cada plantel disfruta de altos grados de autonomía para ponerlo en práctica. El calendario escolar es de 35 semanas, en las cuales deben cubrir mil 15 horas de instrucción. La hora de entrada es a las 8:15. Antes de comenzar las clases los alumnos leen por diez minutos algo de su interés que luego comentan en la asignatura de japonés. Es un ejercicio para avivar el cerebro. Los martes rinden breve homenaje a la bandera; no todas las escuelas cantan el himno nacional; la mayoría tiene su propia canción.
Luego vienen cuatro clases de 50 minutos con descansos de diez entre una y otra. De 12:30 a las 13:30 es la hora del almuerzo (dos de las escuelas que visité tienen cocina y comedor; en la otra, los alumnos lo llevan o lo compran a un proveedor de paquetes autorizado por el municipio); otras dos sesiones de 50 minutos. Con frecuencia, los maestros organizan excursiones o acompañan a sus alumnos los fines de semana para encuentros de deportes o de arte y cultura.
Mis colegas me comentaron que así es en la mayoría de los planteles; la norma se cumple. Lo que observé y no esperaba —porque no lo había leído— al parecer sucede todos los días en las secundarias del archipiélago japonés.
Las clases terminan a las 3:20 de la tarde. De las 3:25 a las 3:40, los estudiantes hacen la limpieza de sus pupitres, salones, pasillos, laboratorios, auditorios y campos deportivos; y lo ejecutan a fondo. Más asombroso todavía: los maestros hacen el aseo de las salas de juntas, sus escritorios y otros muebles. Le pregunté al director de la escuela Gion Hiroshi quién limpia su oficina y con una sonrisa apuntó a su pecho con el pulgar. En las escuelas de Japón no hay trabajadores de intendencia.
Luego viene un rito entre ceremonia y festejo para cerrar la parte escolarizada a las 4:05 de la tarde. Los maestros y los alumnos se despiden y plantean sus buenos propósitos; hablan de amistad y respeto, de tareas y diversiones.
No obstante, la escuela no se cierra. A esas horas casi todos los alumnos se reúnen en sus clubes para actividades extracurriculares (bukatzudö). Los hay de deportes: futbol y beisbol —que son los favoritos— también de volibol, tenis, pingpong y kendo. Asimismo, hay de música, teatro y de otras tradiciones como diseño de kimonos y artesanías.
Los estudiantes organizan sus clubes, pero siempre hay algún docente que supervisa las actividades; los maestros de deportes entrenan y dirigen a los equipos de la escuela en las competencias, que se realizan en fin de semana. Ellos tienen horarios diferentes. En el verano (el calendario escolar comienza en abril), las escuelas pueden durar abiertas hasta las 7:00 o 7:30 de la tarde; en el invierno, el itinerario se recorta, porque la luz del día se va más temprano.
Lo que más me impresionó: la jornada laboral de los docentes concluye a las 4:20. Pero casi todos se quedan hasta que termina la actividad del club que supervisan. Los maestros que organizan paseos o visitas al parque y museos los sábados y domingos lo hacen sin recibir salario por ello. En las escuelas de esta tierra no se conoce el concepto de pago por horas extra.
Le pregunté al director de una de las escuelas cómo le hacía para convencer a los maestros de que desempeñaran esas tareas. Me dio una respuesta en japonés de casi tres minutos. Riho Sarukai, mi colega en la Universidad de Hiroshima, me dijo que era difícil traducir toda la expresión, pero se puede resumir en una frase: El espíritu de los maestros japoneses.
Por lo narrado, parecería que descubrí la utopía. Nada de eso, las escuelas de Japón tienen problemas. Hay casos deijime (bullying), de niños que no estudian, de docentes indolentes, de padres monstruos (así les dicen a los que sobreprotegen a sus hijos y les reclaman todo a los maestros), discriminación contra minorías y otras dificultades; pero en una  escala mucho menor que en otras latitudes.
*Académico de la Universidad Autónoma Metropolitana

jueves, 15 de marzo de 2012

10 Habilidades que hoy necesitan dominar los estudiantes

Me parece que son muchas las habilidades, pero la presentación que hace el profesor Aitor Lázpita están muy bien para reflexionar un poco en ello.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Compartir de Lorenzo García

¿Por qué comparto informaciones y contenidos?
(http://aretio.blogspot.com/2011/09/por-que-comparto-informaciones-y.html)

Hacia el año 2000, cuando me hice cargo de la dirección de la Cátedra UNESCO de Educación aDistancia (CUED), me planteé cómo podría cumplir uno de los objetivos que figuraban en el convenio de creación de la misma, el de la proyección, difusión, divulgación de conocimientos y experiencias, teniendo como foco destinatario principal el espacio geográfico de América Latina. ¿Cómo hacerlo para empezar, cuando el único recurso de la Cátedra en aquel entonces era yo mismo?

Desde que Internet fue penetrando en las universidades españolas, mediados de los 90, mi interés por la educación a distancia que se inició a principios de los 80 del pasado siglo, pudo incrementarse. Progresivamente fui organizando con ayuda de los navegadores de Internet y de otras herramientas aquellas incipientes fuentes documentales en formato electrónico sobre esta modalidad educativa.

No sabía programar en html, ni nunca fue mi propósito aprenderlo. Uno de mis hijos me decía que manejando con la soltura que yo lo hacía aplicaciones como Word, PowerPoint y otras muchas de las de entonces, no debería tener ningún problema para utilizar el FrontPage, programa de Microsoft Office que permitía editar en html, sin necesidad de conocer ese lenguaje informático. Pues dicho y hecho. En ese año 2000 me puse manos a la obra sin ningún tipo de ayuda inicial. Diseñé una sencilla Web (la de la CUED de entonces) con el fin de poder organizar en ella, con un cierto sentido y alguna taxonomía, todos aquellos recursos, documentos y material que había ido recopilando como "Favoritos", “Marcadores” o en estructuras y ficheros aparte, durante los años en que había estado manejando Internet. Así, sentí que estaba compartiendo mis fuentes, las que previamente había buscado, filtrado y organizado. Realmente, ya en aquella época mi comportamiento era muy similar a lo que hoy se califica, cómo no en inglés, como “content curator”, término al que nos referiremos en próxima entrada en este blog.

Un ilustre colega que conoció ese sencillo sitio Web de la CUED, se acercó a mí para "aconsejarme", -¿cómo se me había ocurrido poner tan valiosa información al alcance de todos? Si esas eran buena parte de mis fuentes, pues eso, eran mías. Si las compartía, otros llegarían a poder saber lo mismo que yo- ¿?

Ya entonces me empezó a preocupar la actitud de algunos colegas, docentes e investigadores de la Universidad. Pude comprobar que algunos no eran amigos de compartir nada, ni sus conocimientos, ni sus fuentes, ni cualquier otra información que pudiera reforzar su posesión del saber. Estaban convencidos de que así salvaguardaban su prestigio y saber superior. Otros colegas, sin embargo, quizás eran selectivos y compartían sólo ciertos conocimientos propios, fuentes y documentos ajenos de manera muy filtrada e interesada y, por fin, otros no tenían nada suyo (quizás sólo sus propias creaciones que también distribuían) y compartían todas sus creaciones, fuentes, documentos de divulgación que otros habían creado y que habían llegado a ellos por búsqueda propia o porque sus autores o terceros se los habían hecho llegar.

Hoy Internet es un fenómeno más propicio para poner en común todo el saber. Para no esconder nada, para compartir lo que yo he creado, pero también lo que dicen y escriben quienes saben, a los que yo tuve acceso antes que otros, bien por mi posición, bien por mi supuesta pericia en estas cosas. Entiendo que cuando la superabundancia de contenidos inunda la red, no sólo es necesario seguir produciendo sino que se precisa que algunos pongan algo de orden en todo lo que se produce. En un inmenso mar de contenidos alguien tiene que ayudar a pescar los peces que se desean y no otros peces u organismos y si pueden ser de buena calidad y sabor, mejor.

Y, atención, no me estoy refriendo a compartir o informar sólo de aquellas obras de enjundia académica, de aquellos trabajos o informes fruto de rigurosas investigaciones que, faltaría más, también. Me estoy refiriendo a compartir, además, esas otras aportaciones, reflexiones, propuestas, análisis, narrativa de experiencias, herramientas, sugerencias, noticias, etc., que sin el aval de la investigación sostenida en parámetros académicos rigurosos, sí que suponen enriquecimiento del panorama y escenario sobre el tema o cuestión tratados. O es que, por ejemplo, todos los blogs, al no ser mayoritariamente escritos desde la investigación dura, ¿no sirven?, la mayoría, efectivamente, no, ¿o es que, en el campo que nos ocupa no son cantidad de docentes los que se aprovechan de tantos interesantes blogs, de tantas aportaciones de valor que nos enriquecen a otros, de tantas experiencias docentes valiosas que si no quedasen escritas en algún sitio, se perderían?, ¿o es que no es bien cierto que de estas experiencias, de estas prácticas ha de beber posteriormente la buena investigación aplicada?

Y si yo les cuento a ustedes dónde encontré un artículo o información de interés que sin ser investigación de enjundia, sí que les ofrece experiencias, sugerencias, directrices, opiniones, propuestas, etc., que pueden mejorar nuestra práctica diaria, ¿no es eso un compartir positivo?. Y qué decir de las informaciones o noticias que genera este mundo y que, cierto que aunque no sean investigaciones, sí que deberían ser informaciones contrastadas. ¿No es bueno que quien haya tenido conocimiento de esa información la transfiera cuanto antes a la comunidad para que de eso puedan saber lo mismo que el primer informado y a la vez la inteligencia colectiva se pueda reforzar?, ¿o es que no estamos convencidos de que las opiniones de muchos sobre un determinado tema son las que generan crecimiento o novedad en el conocimiento?, ¿o es que las múltiples conexiones a través de redes, blogs, imágenes, vídeos, etc., que puedan versar sobre un determinado tema no ensanchan el escenario de ese tema?, ¿o es que repetir y difundir en tu propio círculo documentos o informaciones que te llegaron por otra vía no facilitan el aprendizaje de muchos?, ¿o es que…?

En fin, comencé a compartir en Internet lo mío y lo que me interesaba de los demás a finales de los años 90 y en estos meses he tomado impulso porque pienso y estoy cada vez más convencido de que el conocimiento no se puede esconder y menos en y desde la Universidad. Si para algo es la Universidad es para eso, para generar, organizar, sistematizar, difundir y compartir el saber. Cierto que cuando se comparte mucho existe el riesgo de que se cuelen contenidos de dudosa calidad. Pero pienso que más vale pasarse que no esconder. Los destinatarios de estas propuestas, los destinatarios de lo que yo comparto, suelen tener, o así lo presumo, un cierto nivel como para discernir, “reseleccionar” o volver a filtrar en una segunda instancia.

Es mucho y bueno lo que existe en Internet como para que aquello provechoso que por el azar o por mi disposición en estos temas encontré, me lo guarde, porque es tan bueno que si lo comparto los demás van a saber de esto lo mismo que yo y así ya no seré el único que tenga esas ocurrencias tan "originales y deslumbrantes”.

Si quisiésemos proteger nuestros conocimientos, nuestro saber, nuestras fuentes, no compartiríamos. Así, ilusamente, podríamos pensar que no debemos regalar lo que tanto nos costó. Que otros trabajen lo que nosotros para saber, para poseer tanta documentación, tantas fuentes, tanta información a la que sólo nosotros tengamos acceso. Ay!, Internet, cuánta “traición” viene haciendo a los que gustaban de guardar sólo para ellos.

El que quiere proteger sus conocimientos y fuentes, en realidad desea esconder sus trucos, artimañas y habilidades, en fin, con el objeto de que otros no le puedan sobrepasar. Lo malo es que éstos que esconden o tratan de esconder, suelen quedarse obsoletos porque guardan y guardan sin darse cuenta de que mucho de lo que guardaron ya no sirve.

Digo yo que si son más los que saben de la cosa que yo sé, mejor para todos, mejor para la sociedad, mejor para mí que a la vez me podré enriquecer con los que me sobrepasaron.

Cierto que a quienes estamos en la red de manera más o menos transparente no nos es posible llegar a más. Es decir, no podemos ejercer (al menos yo no) de consultoría permanente a nivel individual o grupal porque bastante tiempo exigen los alumnos propios, los de grado, los de máster, los de doctorado. Bastante tiempo nos ocupan los compromisos adquiridos, más tiempo las dedicaciones a la investigación o a la gestión universitaria, etc., como para esa especie de consultoría individualizada que piden algunos.

Por eso, aprovechamos ahora las redes sociales, las herramientas 2.0. Antes nos teníamos que limitar al sitio web, a los boletines semanales y a la lista de distribución, herramientas que venimos usando desde hace 12 años en la CUED y que no las hemos desechado, más bien al contrario, las hemos reforzado porque a muchos aún les son útiles.

Así, mi forma de compartir, más allá de tratar de poner online todas las publicaciones que los derechos editoriales permitan (libros o artículos), es la de utilizar los blogs, las redes (facebook y twitter fundamentalmente), los diarios de edición automática, los agregadores de contenidos, etc. Con ello, más allá de que no pueda realizar atenciones individualizadas o grupales, me doy por satisfecho. Es una opción. Otra sería facilitar cada día dos o tres sugerencias y comentarlas brevemente. Opté por la primera y ahí existirán contenidos e informaciones con las que estoy de acuerdo y otras que no comparto, pero tampoco éstas me las quiero guardar, otros pueden estar de acuerdo con ellas.

Desde mi perspectiva, me conformo con seguir facilitando a otros lo que yo entiendo que puede ser útil en el campo donde me muevo, me conformo con seleccionar, agregar, agrupar, filtrar, organizar, “curar” conocimientos, informaciones, noticias, investigaciones, publicaciones, etc., que tengan que ver con la Educación a Distancia o con las tecnologías que pueden ser útiles a estos procesos. En la actualidad la base del crecimiento del saber no ha de estar sólo en la producción que lógicamente es fundamental, sino en que alguien se encargue de seleccionar, filtrar, agregar, ordenar esas producciones. En fin, si no comparto estas cosas me siento menos vivo

En todo caso, siempre me quedará la duda de si todo este esfuerzo merece la pena. Yo creo que sí, por eso lo hago, pero no sé si estoy en lo cierto. Quizás una síntesis de ese compartir puedan probarlo en esta entrada a mi blog.

Bueno, es lógico, comparto con quienes se dejan. A quienes no les interese la información que cada día les dejo, muy fácil, cambien de canal, no me sigan, no me lean, no hay problema. A quienes pueda interesarles, realimenten con sus opiniones, aquí o por otras vías o, al menos, continúen acompañándome. Les estaré agradecidos porque entiendo menos a quienes escriben o difunden fuentes e informaciones y dicen que no les importa que lo que escriben lo lea alguien, nadie, pocos o muchos. Yo, les confieso que si hago esto es porque pienso que hay gente detrás que puede interesarles, y si son más, mejor. Desde mi punto de vista, poco objeto tendría realizar un esfuerzo intelectual y de tiempo para que sólo pudiera servir a mi propia satisfacción de dejar algo en la red.

Ah! y disculpas por aquellos aportes que no cuenten con todo el rigor académico que pudiera suponerse, por aquellas posibles reiteraciones o repeticiones de enlaces realizadas con la prisa de que les llegue pronto, aunque la lectura más reposada pueda hacerse en otro momento. Por eso, algunos ded éstos se me pueden escapar, aunque como dije antes, prefiero pasarme a no llegar. Ustedes son sabios y sabrán discriminar.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Educando para la mediocridad

O P I N I Ó N ((Periódico Noroeste))

D E N I S E D R E S S E R

Análisis: Educando para la mediocridad


En lugar de educar para la prosperidad, las escuelas públicas del País están educando para la mediocridad. Para la parálisis. Para el rezago. Para que el País, en términos comparativos, pierda cada vez más terreno en la competencia internacional en l

A principios de mes se hicieron públicos los resultados de la prueba educativa internacional, PISA, y nuevamente México volvió a quedar en un mal lugar. Quizás en la Secretaría de Educación Pública hay quienes se congratulen porque "por lo menos" estamos arriba de Albania, Argentia, Azerbaijan, Brasil, Indonesia, Jordania, Kazakhastan, Panama, Perú y Qatar. Pero será un pobre consuelo. A pesar de algunos pequeños avances documentados por la OCDE, las mediciones mostradas en matemáticas, ciencias y lectura resaltan un sistema educativo en crisis. En lugar de educar para la prosperidad, las escuelas públicas del País están educando para la mediocridad. Para la parálisis. Para el rezago. Para que el País, en términos comparativos, pierda cada vez más terreno en la competencia internacional en lugar de irlo ganando.

La verdadera sorpresa para muchos fue la posición de Shangai-China. En su primera medición, la ciudad ocupó el primer lugar a nivel global en las tres áreas evaluadas. Y más impresionante aún: las escuelas chinas con las peores evaluaciones quedaron a la mitad de la tabla de todos los países que participaron, incluyendo los miembros de la OCDE. China, en una generación, ha logrado transitar del atraso a la excelencia, demostrando así que es posible hacerlo. Pero en México insistimos en negar la realidad o cerrar los ojos frente a ella.

En muchos otros lugares del mundo, el avance chino ha producido señales de alarma en los pasillos del poder, entre los maestros, y más aún entre los padres de familia, preocupados por escuelas que no satisfacen las necesidades educativas más básicas. En Estados Unidos, por ejemplo, Barack Obama se ha referido a los resultados chinos como un "momento Sputnik", recordando cuando la antigua Unión Soviética lanzó un satélite al espacio, demostrando que estaba a la par con su adversario en cuanto a avances tecnológicos. China ahora le demuestra al mundo que también se está convirtiendo en una potencia educativa.

En México, sin embargo, los resultados de la prueba PISA ocuparon las primeras planas de algunos diarios durante un par de días y después el tema regresó al cajón. Al archivero. Al último lugar de las prioridades nacionales, desplazado por la boda de Enrique Peña Nieto, la elección interna del PAN y la última ronda de encuestas políticas.

La pasión por mejorar la educación parece estar confinada a grupos pequeños de ciudadanos preocupados y algunas ONG´s como "Mexicanos Primero". Como ha sugerido David Calderón, estamos tan mal educados que ni siquiera sabemos cuan importante es la educación. Pero China lo entiende y en los últimos 10 años ha reformado sus escuelas y entrenado a sus maestros con el objetivo de producir alumnos de clase global. Pero en nuestro País la escuela pública se ha convertido en una fábrica para pobres; un lugar que condena a los mexicanos a quedarse en el mismo lugar en el cual nacieron, sin acceso a la movilidad social y poco preparados para la competencia global.

La mejor manera de reaccionar sería a través de una apreciación crítica y honesta de cómo llegamos a la pésima situación en la que estamos parados. Con altos índices de abandono educativo. Con un nivel de desempleo alto y con una informalidad aún mayor. Con resultados que colocan a los jóvenes en una ruta de colisión con el futuro. La economía global que surgirá de esta recesión será muy diferente: la competencia entre los mercados emergentes será mayor y sólo los países que cuenten con una fuerza de trabajo competente y capaz podrán salir del hoyo. Va a ser necesario un esfuerzo educativo nacional que enseñe no sólo lo básico. Va a ser indispensable producir mexicanos creativos, críticos, pensantes, capaces de entender problemas complejos y cómo resolverlos. Y ello requeriría comprender la urgencia de transformar nuestro sistema educativo para sustituir la mediocridad por la excelencia.

Muchos piensan que eso no será viable mientras Elba Esther Gordillo siga al frente del SNTE. Mientras los maestros puedan vender, heredar o intercambiar sus plazas por favores sexuales. Mientras los gobernadores puedan oferecer plazas al mejor postor y hagan de ello un gran negocio. Mientras la clase política conciba a la educación como un coto político en vez de un trampolín social. Hoy el debate incipiente en torno a la educación está imbuido de un gran pesimismo frente a obstáculos que parecen insuperables.

Pero como lo revela un reporte reciente de McKinsey sobre la evolución de veinte sistemas educativos en lo últimos años, el cambio es posible y no habrá que esperara hasta que La Maestra se muera para instrumentarlo.

En sitios donde ha habido mejoras sustanciales, el cambio ha ocurrido en periodos relativamente cortos, en países con culturas muy distintas, con niveles de ingreso muy diferentes, con divisiones étnicas muy marcadas, en sistemas federales y en sistemas descentralizados. A cada paso del viaje hacia la excelencia educativa hay estrategias comunes: México necesita dejar de mirarse el ombligo y estudiar lo que están haciendo otros países en el mundo.

Al país le urge mejorar la calidad de sus maestros, enfatizar la excelencia por encima de la cobertura, reclutar a sus mejores graduados y canalizarlos hacia la profesión educativa, otorgarle al maestro la autonomía y la dignidad perdidas. Todo ello requerirá un liderazgo para la transformación profunda que ha estado ausente hasta el momento en la SEP. El progreso modesto de los últimos años simplemente no es suficiente a pesar de la retórica oficial al respecto. México necesita un Secretario de Educación Pública cuya ambición sea ascender a los primeros lugares de la prueba PISA en menos de una generación, y no personas que calientan la silla detrás del escritorio de José Vasconcelos en espera de un dedazo presidencial. La SEP ya no puede seguir perdiendo el tiempo, conformándose con avances milimétricos, congratulándose con cambios microscópicos, manteniendo a los mexicanos rehenes de una educación que los condena a la mediocridad.

La ruta internacional a la excelencia es clara y con buena señalización; sólo falta la voluntad política para tomarla. En un mundo globalizado, el éxito estará defindo por individuos y sociedades que logran adaptarse con velocidad y cambiar sin oponer tanta resistencia. Si no somos capaces de entender este "momento Sputnik" y los retos que implica, seguiremos atados a la tierra mientras los chinos ascienden a la estratósfera.

Bunsen